Cuba es un ejemplo palpable de la desgracia que sufren las sociedades humanas cuando el totalitarismo, disfrazado de libertad, golpea las puertas presentándose como la solución a sus pesares. Pero, la evidencia ha mostrado hasta el cansancio que nada bueno puede esperarse del socialismo si es que no existen fuertes contrapesos que impidan su imposición brutal.
La “revolución cubana” que, supuestamente, traía la liberación solo trajo más angustia y pesares, y un régimen que ya ha pasado los 50 años de trayectoria y que los pellejos ya no celebran sino que conmemoran. ¿Qué de bueno tuvo la revolución cubana?, ¿más libertad o más coacción?, ¿más bienestar o más probreza?
Los idiotas latinoamericanos gustan de buscar culpables de la pobreza latinoamericana fuera de Latinoamérica. Es su habitual método. Por ejemplo, Cuba está atrasada por el bloqueo norteamericano y no por la coacción que el Estado cubano ejerce sobre las personas impidiéndoles desarrollar sus potencialidades. El exilio cubano es una muestra del enorme capital humano no utilizado y despreciado por los santones mientras construyen, dicen ellos y otros repiten aquí, un mundo “mejor, más justo y humano que lo que hay”.
¿Construir un mundo mejor, más justo y humano por medio de la violencia, atropello de los DDHH y encarcelamiento de los que piensan distinto?,
¿Es Cuba en la actualidad un prodigio de “organización social, igualitaria, tolerante y justa” que pueda mostrar a mis nietos?,
¿ “De verdad, gracias Fidel” por el prodigio de la Cuba actual?.
Latinoamérica es un continente sometido a presiones históricas que la han marcado a fuego y que aún no terminan de definir una impronta propia. La invasión española impuso a sangre un modelo de sociedad que aún vivimos; nos independizamos como respuesta a la invasión napoleónica; sufrimos la anarquía en años de guerras civiles; nos peleamos entre nosotros por territorios…
Y no logramos construir liderazgos de calidad que perduraran.
Y el socialismo iluso no genera sociedades libres sino sociedades esclavizadas en el corporativismo.
Mientras no reconozcamos el valor del ser humano, persistirán estos cantos de sirena marcándonos a fuego. Lástima.
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